Fija una meta corta pero posible. Imagina los beneficios de lograr tu objetivo. Comienza por crear hábitos muy básicos y sencillos. Por ejemplo, si quieres bajar de peso y comes comida chatarra a diario, disminuye la frecuencia a solo una vez por semana y pide la mitad de lo que siempre consumes. Los primeros días te costara bastante, pero luego, cuando lo logras, vas a sentirte mejor y mucho más estimulado. Entonces aparecerán los "pensamientos positivos" y ese será el momento de ponerte una meta mayor que aumente tus exigencias y te acerque más a tu objetivo.
Si dejas que te invadan los pensamientos negativos y permites que la depresión te domine, pasarás la vida sin enterarte de lo bueno que hay en ella. Pero cuidado, el exceso de "pensamientos positivos", puede desvirtuar la realidad. Los excesos y los extremos no son buenos compañeros. Debes cambiar tus hábitos de pensamiento, tus mecanismos de defensa frente a las frustraciones y encontrar la llave para el equilibrio y así poder tener una vida más plena. Los "Pensamentos positivos" no deben ser una anestesia fantástica para evadirse de la realidad, sino tu propio estímulo realista y proactivo.
Identifica las cosas buenas que tiene tu vida. Uno de los elementos que más te ayudarán a mantener una actitud positiva es agradecer lo bueno. Bienes, personas, oportunidades experiencias...
No importa lo que pase a tu alrededor, trata de ver el lado positivo a las situaciones y siempre lo encontrarás. Una persona que piensa positivamente no es que rehúse a conocer lo negativo, sino que rehúsa a vivir con lo negativo y ese hábito le ayudara a lograr lo que desea en la vida.
¡¡Piensa en positivo, piensa con éxito y actúa!!
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